lunes, 30 de noviembre de 2009

tots dos sota l'encís de la mirada

Galopeu de valent, corsers de foc, cap al casal de Febus. Un cotxer com Fateó us tindria ja a ponent i hauria dut la nit a fuetades. Estén el vel, nit mare de l'amor, perquè es tanquin els ulls, i el meu Romeu salti als meus braços sense ser advertit. Els amants, pels seus ritus amorosos, es basten amb la llum dels seus encisos, i, si és cec, a l'amor li escau la nit. Vine, nit, greu matrona fosca, ensenya'm a perdre en aquest joc que han de guanyar dues virginitats immaculades: vela'm les galtes on em bull la sang amb el teu fosc mantell, fins que l'amor perdi el rubor i ho trobi tot honest. Vine, nit, vine, amor, dia en la nit, i jauràs a les ales de la nit més blanc que la neu nova al cim d'un corb, Vine, tendra nit dolça de font negre, dona'm el meu Romeu; i quan em mori, talla'l en ben menudes estrelles i així el rostre del cel farà tan bell que ja tothom adorarà la nit i no farà més cas al sol llampant.

(Quina pau fosca porta aquest matí! El sol, de tanta pena, s'ha amagat. Reflexioneu sobre el que heu vist aquí. Qui serà perdonat, qui castigat. No hi ha hagut mai tragèdia de més preu que aquesta de Julieta i Romeu).

ROMEU I JULIETA

4 comentarios:

  1. EL BUSCADOR (Jorge. BUCAY)
    Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador... Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda. Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras; la rodeaba por ocmpleto una especie de valla pequeña de madera lustrada. Una portezuela de bronce invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción: Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía: Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares, un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años... Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
    - No, ningún familiar - dijo el buscador - ¿qué pasa con este pueblo?, ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?. ¿por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?, ¿cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de chicos?.
    El anciano se sonrió y dijo:
    - Puede Ud. serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...
    Cuando un joven cumple 15 años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgado al cuello.
    Y es tradición entre nosotros que a partir de allí,, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anota en ella:
    a la izquierda, qué fue lo disfrutado...
    a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
    Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media? ...
    Y después ... la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana? ...
    ¿Y el embarazo o el nacimiento de su primer hijo ... ?
    ¿Y el casamiento de los amigos ... ?
    ¿Y el viaje más deseado ... ?
    ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano ... ?
    ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?.... ¿horas?, ¿días? ...
    Así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos.... cada momento. Cuando alguien muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de los disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ESE es, para nosotros, el único y verdadero tiempo VIVIDO .

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  2. T'estima d'es de barcelona la teva llargaruda!

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  3. i Girona t'enyora, cometes al cel que queden pendents de guadir!

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  4. En la Girona trista dels set anys,
    on els aparadors de la postguerra
    tenien un color gris de penúria,
    la ganiveteria era un esclat
    de llum en els petits miralls d'acer.
    Amb el front descansant damunt del vidre,
    mirava una navalla llarga i fina,
    bella com una estàtua de marbre.
    Com que els de casa no volien armes,
    vaig comprar­la en secret i, en caminar,
    la sentia, pesant, dins la butxaca.
    A vegades l'obria a poc a poc,
    i sorgia la fulla, recta i prima,
    amb la conventual fredor de l'arma.
    Presència callada del perill:
    vaig amagar­la, els trenta primers anys,
    rere llibres de versos i, després,
    dins un calaix, entre les teves calces
    i entre les teves mitges.
    Ara, a prop de complir els cinquanta­quatre,
    torno a mirar­la, oberta al meu palmell,
    tan perillosa com a la infantesa.
    Sensual, freda. Més a prop del coll.

    Joan Margarit (terrorisme literari)

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